Síndrome de Wendy: cuando querer agradar es casi una necesidad

Síndrome de Wendy: cuando querer agradar es casi una necesidad
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El síndrome de Wendy se da en aquellas personas que tienen una necesidad compulsiva de agradar a los demás por miedo al rechazo y al abandono.

El llamado síndrome de Wendy no está reconocido como una entidad clínica oficial. No figura en los principales manuales diagnósticos de salud mental, por lo que no debe considerarse una patología.

Sin embargo, según el Centro Psicológico de Madrid (CEPSIM), resulta útil analizarlo como un concepto sociocultural que ha ganado presencia en el imaginario colectivo, al igual que ocurre con el síndrome de Peter Pan.

Este término refleja dinámicas relacionales frecuentes, sobre todo en mujeres socializadas bajo normas patriarcales. Se relaciona con patrones de comportamiento marcados por la necesidad de agradar, cuidar y anteponer las necesidades ajenas a las propias, muchas veces a costa del bienestar personal.

El perfil del síndrome de Wendy

En el síndrome de Wendy, el patrón responde a una persona con una necesidad constante de ser aceptada y un profundo temor al rechazo o la soledad. Esta conducta puede observarse en distintos entornos afectivos: pareja, familia, trabajo o amistades, según CEPSIM.

A menudo, estas mujeres han sido educadas para ocupar un rol secundario: primero como “hijas de”, luego como “esposas de” y finalmente como “madres de”. En muchas culturas, el sacrificio por amor está socialmente valorado, lo que refuerza este tipo de comportamientos y lleva a confundir entrega con virtud.

Foto de archivo de mujer mirando por la ventana. EFE/Enric Fontcuberta

No obstante, esta forma de relacionarse puede esconder un miedo profundo a tomar las riendas de la propia vida, y derivar con el tiempo en frustración, reproches o síntomas depresivos, según CEPSIM.

Características comunes

  • Tendencia a asumir roles parentales con la pareja.
  • Miedo al rechazo y necesidad de complacer constantemente.
  • Renuncia a las propias necesidades para facilitar la vida de otros.
  • Concepción del amor ligada al sufrimiento y la sumisión.
  • Sentimientos de inferioridad y necesidad de sentirse imprescindible.
  • Invisibilización de su opinión y proyectos personales.

Consecuencias y abordaje

Este comportamiento sostenido puede provocar agotamiento emocional, ansiedad y baja autoestima. Reconocer que cada persona es autónoma, y que el valor individual no depende de lo que se hace por los demás, es un primer paso clave.

El proceso de autoconocimiento y el acompañamiento psicológico pueden ser fundamentales para romper con estos patrones y avanzar hacia relaciones más equilibradas y saludables, según el Centro Psicológico de Madrid (CEPSIM).

 

 


 


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